Para una persona que desea hacerse monja o entregar su vida al Señor se necesitan unas premisas, aunque implica todo un proceso de discernimiento, ya que la vocación no aparece claramente de un principio sino como una semillita que va floreciendo y que hay que clarificar poco a poco con ayuda de unos medios que el Señor poco a nuestra disposición. Esto te ayudará:
- Primero debes haber sentido la llamada del Señor.
- Haberte encontrado con la persona de Jesús, haber conocido a Jesús, mejor haberte enamorado de Él, de un Jesús vivo.
- Debes frecuentar la Iglesia y vivir como cristiana, es decir, escuchando la Palabra de Dios, dedicando un tiempo diario a la oración, frecuentando los sacramentos de la eucaristía y la penitencia.
- Ahí podrás encontrar la luz para orientar tu vida hacia los valores que jamás caducan y descubrir en ellos la paz y la felicidad que el mundo no te puede dar y así clarificar tu vocación.
- Sentir que Dios te pide algo más o te impulsa algo más, a entregarle toda la vida como ofrenda a Él.
- O sentir que Dios te ama y te quiere para Él.
- Tener las aptitudes necesarias para ser monja, es decir, para poder llevar una vida de fraternidad, en común con las demás Hermanas. En nuestro caso, al ser una comunidad de vida contemplativa franciscana, que puedas vivir nuestro estilo de vida en soledad, silencio, alegría fraterna, oración, entrega, pobreza y alabanza a Dios.